Lo que define una aventura es la
incertidumbre, es decir, marcado un objetivo no saber si se va conseguir
llevarlo a cabo, o en qué condiciones se va a lograr. Blane escribió en su
artículo A Call To Arms: “Remember a
challenge is not a challenge if you know you can make it” (Recuerda que un reto
no es un reto si sabes que puedes hacerlo).
Este
último sábado (17/2/2013) Jesús y yo quedamos por la mañana para entrenar en
Azca, y si algo caracteriza los entrenamientos cuando nos juntamos, es que es
inevitable que acaben convertidos en una auténtica aventura que nunca nos deja
indiferentes.
Esta vez nos propusimos un reto que llevábamos tiempo queriendo intentar, que consistía en subir trepando a todos los árboles que rodean el foso. Como es nuestra costumbre, antes de empezar establecimos las condiciones que debíamos cumplir para dar por superado el reto:
- Considerábamos subir al árbol ponerse en pie sobre la primera rama y poder soltar las manos sin perder el equilibrio.
- Debíamos subir por orden al total de 12 árboles que rodean el foso. Si uno de los dos resbalaba y no conseguía subir al primer intento, los dos debíamos volver a empezar desde el principio.
- Podíamos descansar lo que hiciera falta entre árbol y árbol, pero no nos íbamos a ir de allí hasta completar los 12 árboles seguidos, por muchas veces que tuviéramos que repetirlo.
Los
árboles eran plátanos de sombra, muy comunes
en paseos y jardines, con una altura del suelo a la primera rama de unos
5 metros y un diámetro que permitía rodearlos con brazos y piernas para trepar.
Como entrenamos muy a menudo en Azca, hay que decir que no era la primera vez
que subíamos a alguno de estos árboles, pero nunca habíamos subido a tantos
seguidos, ni siquiera en un mismo día, y no era rara la vez que se necesitaban
un par de intentos para alcanzar la primera rama y subirse a ella, debido a que
la corteza seca se desprende y la que no está seca resbala, con lo que es fácil
retroceder más de lo que se avanza y acabar por volver al suelo antes de llegar
arriba.
A
pesar de todo, estábamos dispuestos a cumplir nuestra palabra y terminar el
reto costase lo que costase. Y para cuando me quise dar cuenta, Jesús ya estaba
trepando al primer árbol.
El
primero fue sencillo, ya lo habíamos hecho otras veces y estábamos descansados,
así que fue un mero trámite para el segundo, en el que tras ver que la suela de las deportivas no tenía buena adherencia en la corteza y nos podía hacer
fallar, Jesús decidió quitárselas para el tercero. Tratándose de un reto común,
era o todos o ninguno, así que yo también me quité las deportivas y decidimos
terminar el resto del reto descalzos.
Al subir al tercer árbol comprobamos que
el pie descalzo agarraba mejor, siendo también conscientes de que los pies
sufrían más por las quemaduras y los cortes con la corteza, y de que debíamos
bajar hasta abajo por el árbol, ya que con el pie desnudo no podíamos hacer
fondo al suelo desde la mitad de la bajada. De esta manera la bajada empezó a
suponer también todo un reto y aparecieron los primeros arañazos en los
antebrazos como preludio de todo lo que nos quedaba por delante, pero ya era
tarde para echarse atrás.
En
el cuarto árbol quedó patente que el que subía segundo contaba con cierta
ventaja al haberle limpiado el primero toda la corteza seca que se desprendía,
así que en el siguiente yo subiría primero para equilibrar esfuerzos.
Quinto,
sexto, séptimo… Los pequeños arañazos empezaban
a ser molestos cortes, heridas y quemaduras. Al principio solo en los
antebrazos, pero al subir y bajar abrazados al árbol, pronto los tuvimos por
todo el cuerpo: pies, piernas, muslos, brazos, manos…, incluso en el pecho al
apoyarlo al colgarnos de los brazos para subir o bajar las piernas.
Antes
de subir al octavo hicimos un pequeño descanso, ya que el cansancio empezaba a
pesar mucho más que el dolor de las heridas, y el temor a fallar y tener que
empezar de nuevo iba en aumento. Con dificultades logramos el octavo e
inmediatamente después el noveno, quedándonos por delante los árboles más duros
de subir.
Aparte
de que cada vez estábamos más cansados y en consecuencia nos heríamos más, el
décimo árbol era el más ancho y difícil de abrazar, y el undécimo se curvaba
hacia la mitad y dificultaba mucho el último tramo. En este momento el dolor y el cansancio solo
podían superarse por la determinación de no fallar bajo ningún concepto.
Estábamos exhaustos y teníamos verdadero miedo a caer, no por hacernos daño en
la caída, pues al ir abrazados al árbol no había riesgo, sino por el esfuerzo
que supondría no subir en el primer intento y tener que repetirlo todo. Rendirnos y faltar
a nuestra palabra no lo considerábamos una opción.
El último árbol decidimos acabarlo los dos arriba por marcar la diferencia con los anteriores. Puede que solo fuera cuestión del cansancio y la tensión, pero parecía que la corteza resbalaba más, hacía más daño y se desprendía más de lo normal. Resbalando, estando apunto de fallar en lo más alto, agarrando la primera rama al límite de las falanges de los dedos y dejando un pequeño rastro de sangre, al fin logramos subir los dos al duodécimo árbol y completar el reto al primer intento.
Cada árbol que subimos la mañana del
sábado era una pequeña victoria y una prueba de que el final estaba cada vez
más cerca, pero a la vez implicaba estar más heridos y cansados para el
siguiente. Fue hacia los últimos árboles cuando el reto dejó su dimensión
física en un segundo plano: los músculos aguantarían un último esfuerzo y no
nos íbamos a morir por sangrar un poco más, pero terminar tal como nos habíamos
propuesto suponía un esfuerzo y sufrimiento cada vez más difíciles de asumir,
poniendo a prueba y llevando al límite nuestra fuerza de voluntad y nuestro
coraje.
Cuando parecía que ya no podíamos más, en el momento en que en una situación normal habríamos caído, seguimos adelante con la misma fijación con la que subiríamos si nos fuera la vida en ello, como si en lugar de cinco metros de caída hubiesen sido cincuenta, o como si la vida de alguien dependiera de que fuésemos capaces de alcanzar la primera rama y subirnos a ella.
Cuando parecía que ya no podíamos más, en el momento en que en una situación normal habríamos caído, seguimos adelante con la misma fijación con la que subiríamos si nos fuera la vida en ello, como si en lugar de cinco metros de caída hubiesen sido cincuenta, o como si la vida de alguien dependiera de que fuésemos capaces de alcanzar la primera rama y subirnos a ella.
La
pequeña aventura que nos habíamos propuesto resultó ser toda una experiencia en
la que jugó un papel muy importante la confianza, tanto en nuestra propia
fuerza como en la del otro, ya que ninguno de los dos quería caer y obligarnos
a repetirlo, y los dos confiábamos plenamente en que el otro lo daría todo para
no caer.
En realidad da igual que el reto fueran
12 árboles, para alguien más fuerte podrían haber sido 60, y para otros sería
todo un reto conseguir subir solo a uno de ellos. Lo importante es la
incertidumbre de no saber si lo lograrás y la determinación de lograrlo por
mucho tiempo y esfuerzo que eso suponga. Enfrentarnos a retos de este tipo nos
hará más fuertes y forjará el espíritu con el que el que afrontaremos
dificultades futuras.
Además, al hacerlo como un equipo en que o todos ganan o todos pierden, los vínculos de confianza y respeto mutuos que se crean no tienen precio.
Además, al hacerlo como un equipo en que o todos ganan o todos pierden, los vínculos de confianza y respeto mutuos que se crean no tienen precio.
Tomás Ezquerra
Parkour Madrid
www.parkourmadrid.com
Parkour Madrid
www.parkourmadrid.com
Solo diré que admiro este reto. Verdaderamente es una gran prueba de confianza y determinación. Un aplauso también por la gran redacción :)
ResponderEliminarMe encanto... me regreso a mis inicios cuando tenia muchos amigos y compañeros con los cuales llevar a cabo retos como estos... Simplemente cada vez que salia a entrenar con ellos era entrenar junto con ellos haciendo las mismas cosas todos al menos por un rato.. ahora todo cambi bastante a lo largo de estos seis años.. esos amigos se retiraron por lo mismo de toda la vida trabajo, universidad.. me gustaria tener de vuelta amigos para entrenar como uds.. Excelente articulo!
ResponderEliminar