Cuando sufrimos un trauma, ya sea practicando deporte o en nuestra vida diaria, puede dañar tejidos de nuestro cuerpo en la zona o zonas o donde se ha producido el mismo. Nuestro cuerpo es inteligente, y tiene sistemas propios para tratar, reparar y remodelar estos tejidos dañados mediante el proceso de la inflamación por ejemplo. Pero este y otros procedimientos de reparación también generan ciertos factores que dificultan que se lleven a cabo, como el edema (hinchazón).
Actualmente existen dos métodos, respaldados por continuos y numerosos estudios científicos (ensayos clínicos, revisiones sistemáticas, etc…) tras el paso de los años, que resultan los más eficaces: la criocinética y el tratamiento estándar de crioterapia (P.R.I.C.E.). Se ha demostrado que la criocinética es más efectiva y acelera considerablemente la recuperación, sin embargo esta tiene que ser realizada por un fisioterapeuta profesional. El método P.R.I.C.E. también da buenos resultados, y a día de hoy sigue siendo la elección ante una lesión como “primeros auxilios” y que puede ser realizado por cualquiera que lo conozca.
Todas las lesiones músculo-esqueléticas (músculos, huesos, tendones, ligamentos, articulaciones, nervios y tejido conjuntivo) se pueden tratar con este método; que no es más que cinco conceptos fundamentales, que juntando sus iniciales nos dan este nombre.
Protección: aunque pueda resultar evidente, es muy importante que la zona afectada no reciba más daño y empeore la lesión. Esto se puede realizar mediante alguna órtesis (tobilleras, muñequeras,…) o un vendaje. En caso de encontrarse al aire libre y de no disponer nada también se improvisar un entablillado de la zona afectada.
Reposo: es importante el descanso de la zona afectada para que puedan producirse los sistemas regenerativos del propio cuerpo. También genera la disminución/eliminación del dolor, muy importante, ya que el dolor de la lesión aguda tiene reacciones perjudiciales como la inhibición neural, que produce atrofia de músculos estabilizadores, empeora la cicatrización, etc…)
Pero el reposo debe de ser solamente de la zona lesionada. Es necesario realizar ejercicio activo (cardiovascular, potenciación y flexibilización) de las zonas no afectadas, ya que aumenta el aporte de oxígeno al tejido que se está reparando y le somete a un aumento de tensión que favorece la reorganización del colágeno, importante para evitar secuelas.
Hielo (Ice): produce vasoconstricción y bloqueo nervioso (analgesia). Hay que tener cuidado con la duración de las aplicaciones, ya que depende de la capa de grasa subcutánea que haya según la zona corporal.
El hielo en sí no puede reparar el daño ya causado en los tejidos, pero puede evitar que se expanda por los tejidos vecinos mediante un proceso que se podría describir como de “invernación”, disminuyendo el metabolismo de la zona evitando que mueran más células. Es por esta razón que el hielo hay que aplicarlo justo después de la producción del trauma o lesión, así además se evitará la producción del edema (hinchazón) y sus posteriores secuelas.
Compresión: produce una reducción mecánica del edema. La mejor manera de conseguir esto es mediante el vendaje elástico circular, que ejerce una presión firme y regular. Esta compresión actúa aumentando la presión fuera de los vasos, por lo que disminuye la permeabilidad de los mismos y a su vez favorece la reabsorción de líquidos. Su máximo beneficio comienza cuando aparece el edema y mientras éste sigue presente.
Elevación: tiene que ser por encima del nivel del corazón para favorecer el drenaje linfovenoso. Con ello se consigue cambiar las presiones dentro y fuera de los vasos sanguíneos, y también al elevar la zona afectada se aumentan las presiones que causan la entrada de líquido a los capilares de los vasos (reabsorción del edema). Debe realizarse de manera inmediata, ya que retarda la producción del edema mientras espera otros cuidados.
Para recapitular lo expuesto, podemos afirmar que actualmente el siguiente procedimiento es el más adecuado a seguir en caso de una lesión:
1. Aplicar una bolsa de hielo adaptada al relieve de la zona afectada, durante 20 minutos.
2. Sujetar la bolsa de hielo con una venda elástica.
3. Elevar la parte dañada 15-30 grados por encima del nivel del corazón.
4. Estabilizar la lesión con un cabestrillo, muletas, férulas, muñequeras, tobilleras,…
5. Quitar el hielo, manteniendo el vendaje compresivo (se mantiene constante). Si la persona está sudorosa porque estaba practicando deporte por ejemplo, se da una ducha manteniendo el vendaje compresivo (haría falta otro seco, para luego reemplazarlo).
6. Después aplicar el hielo de nuevo.
7. Repetir el proceso cada 2 horas.
La clave para el éxito del tratamiento es aplicar simultáneamente estos cinco conceptos, consiguiendo la posterior recuperación se reduzca muy significativamente.
Artículo escrito por Miguel Ángel Giner, fisioterapeuta y traceur.
Bibliografía consultada:
- Knight KL. Crioterapia: Rehabilitación de las lesiones en la práctica deportiva. 6ª ed. Barcelona: Bellaterra; 1996.
- Bleakley MC et al. Effect of accelerated rehabilitation 64on function after ankle sprain: randomised controlled trial. BMJ 2010; 340:c1964.
- Bleakley CM, Connor SO, Tully MA, Rocke LG, MacAuley DC, McDonough SM. The PRICE study (Protection Rest Ice Compression Elevation): design of a randomised controlled trail comparing standard versus cyokinetic ice applications in the management of acute ankle sprain. BMC Musculoskelet Disord. 2007; 125: 1-8.
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